Y copos, copos de nieve,
copos de nieve rodando.
Toda la ciudad es nieve.
Hay nieve para tus pechos
y para las palomas blancas.
El cielo es blanco grisáceo.
El invierno es blanco y gris
afuera de tu ventana.
Dentro el fuego crepita
en una hoguera blanca.
El gris de las cenizas
desentona
contra tu piel alba.
El resplandor de la noche
aviva luces bailando
sobre tu desnuda espalda.
Te recoges en tu desnudez clara.
La noche y el reloj dan las doce.
Alzas tu frente noble
para mirar la ventana.
Afuera la noche es triste,
adentro la vida canta
cualquier triste melodía.
Son las doce. El día acaba.
Juan Francisco Varela

