martes, 22 de febrero de 2011

Era en invierno

Era en invierno. Estábamos, ya tarde,
sentados junto al fuego muy turbados
y con hablar de tiempo, enrojecíamos
cual niños de colegio enamorados.
Sus ojos al bordado ella inclinaba
y al techo los tenía yo clavados;
no se dijera que ambos observásemos
sino que ambos éramos observados.
Pensaba yo: "Por sólo una sonrisa
le daría la sangre de mis venas,
y de las flores de mi ingenio el ramo".
Cuando de pronto, alzose ella muy pálida,
sus manos escondió entre mis cabellos
y "Escucha -dijo susurrante-: "Te amo".

Olindo Guerrini