Alguna vez, cariño, cuando llega la noche
y yo estoy recostada en el cuarto contiguo,
cuando la luz de la luna parece que bebiera
aquella oscuridad azul de las estrellas;
alguna vez, cariño, he mirado tu cuerpo
atravesar la estancia y jugar con las sombras
que parecen asirse a la carne desnuda;
también de esa manera he sentido adorarte.
En silencio he mirado tus movimientos blancos
y has llenado la noche de un sentido completo.
He imaginado entonces, que hay música en tus pasos.
Alguna vez cariño, y por estas razones,
hazme el amor bailando a la luz de la luna.
Hilda Bautista

