Chang sólo tenía tres años cuando perdió a su padre, y su madre trabajaba muy penosamente para proporcionar a su hijo una buena educación. Para ello le llevó a la escuela, lo que en un principio no desagradó a Chang, pero no tardó mucho en aflojar en sus estudios, hasta que, por último, dando de mano a los libros abandonó la escuela y regresó a su casa. La madre estaba tejiendo una pieza de seda en la que había empleado mucho trabajo y la que valía mucho dinero. Tan pronto como vió entrar a Chang en la casa, cogió un cuchillo y cortó la tela de arriba abajo, destruyéndola completamente.
-Madre qué haces? - preguntó entristecido
-¡Hijo mío!- le dijo -tú no tienes la mitad de tristeza al verme cortar este tejido que tengo yo por verte abandonar tus estudios.
Chang se impresionó tanto ante esta acción de su madre, que volvió a la escuela en seguida para estudiar siempre con aplicación verdadera.
Cuento chino